domingo, 17 de mayo de 2009

la importancia de la familia en la sociedad


La persona es y debe ser principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales; no obstante, la familia como unidad solidaria básica, es necesaria para la persona. La familia es la célula original de la sociedad humana y los principios y valores familiares constituyen el fundamento de la vida social. Por ello, la sociedad tiene el deber de sostener y consolidar la familia. Los poderes públicos, por su parte, deben respetar, proteger y favorecer la verdadera naturaleza de la familia, los derechos de los padres, de los hijos y el bienestar doméstico.
Más que una simple unidad jurídica, social y económica, la familia debe ser, ante todo, una comunidad de amor, de enseñanza y de solidaridad. Si partimos de la base que una familia la constituye una pareja y los hijos que hayan procreado, nos daremos cuenta que es en el seno de la misma, donde los niños deben aprender los principios y valores que guiarán su futuro comportamiento y los que les servirán para escoger entre el bien y el mal una vez que crezcan.
Los padres enseñan los principios y valores a sus hijos por dos vías: por lo que dicen y por lo que hacen. Si ciertos principios como la honradez, el servicio, la solidaridad, el respeto, el amor al trabajo y la cortesía, han sido manejados por ambos padres y forman parte de los valores familiares, es muy probable que los mismos se transmitan a sus hijos. Así, cuando estos sean mayores, tomarán decisiones inteligentes y podrán adaptarse mejor a la convivencia en sociedad.
Desafortunadamente, el modelo clásico de familia nuclear: padre, madre e hijos que conviven juntos y afrontan la vida como una unidad, se ha venido resquebrajando dramáticamente en las últimas décadas. El modelo de hogares mantenidos por el padre, con la madre en el hogar al cuidado de la crianza de sus hijos, ha quedado relegado en el pasado. Adicionalmente, el número de hogares desintegrados, se ha incrementado de manera alarmante. Con ello, los índices de madres que trabajan , se ha elevado en los últimos cincuenta años, dejando la enseñanza fundamental en manos extrañas o en la calle.

La investigación nos dice que las crisis y dificultades sociales y económicas de las últimas décadas, han hecho redescubrir que la familia representa un valiosísimo potencial para el amortiguamiento de los efectos dramáticos de problemas como el desempleo, las enfermedades, la vivienda, las drogodependencias o la marginalidad. Es por ello, que debe ser preocupación particular de las autoridades gubernamentales, la protección y el fortalecimiento de la familia. No obstante, todos estamos llamados a realizar esfuerzos en esta dirección, de lo contrario, continuaremos viendo los cuadros de analfabetismo, vagancia, mendicidad infantil, drogadicción, delincuencia, prostitución y explotación laboral infantil que adornan nuestras calles.
Los padres y madres debemos dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos, debemos establecer y fortalecer lazos de comunicación con ellos. Debemos enseñarles, mucho antes que la escuela, los principios y valores que deseamos que aprecien. Debemos entender que las relaciones familiares son más importantes que cualquier otro éxito en la vida. Las familias requieren de apoyo, espacios y actividades que les permitan establecer relaciones sólidas entre sus miembros.
Debemos reflexionar sobre nuestra propia concepción de la familia y emprender una cruzada para rescatarla, fortalecerla y convertirla en el punto de partida de una sociedad hondureña mejor. Honduras no puede seguir dándose el lujo de la disolución familiar, de la paternidad irresponsable, de los hijos criados por la televisión, el Internet, los juegos electrónicos y la soledad. Es prioritario, que apoyemos con nuestro mejor esfuerzo los modelos familiares que generen hombres y mujeres que se conviertan, a su vez, en individuos que formen familias sólidas, si no lo hacemos, nuestra sociedad continuará caminando en el filo de la navaja y seguramente, más pronto que tarde, colapsará.

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