sábado, 16 de mayo de 2009

PACEM IN TERRIS CARTA ENCÍCLICA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII


En la Encíclica, el Papa Juan XXIII, hace referencia a los derechos humanos, considerando básicamente que todo ser humano es ante todo una PERSONA, es decir un ser dotado de inteligencia y libertad y por esta misma razón, tiene derechos y deberes que al ser universales e inviolables, son absolutamente inalienables.
Así pues, desglosando los derechos analizados por él y relacionándolos con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), tenemos lo siguiente:

DERECHO A LA EXISTENCIA Y A UN NIVEL DE VIDA DIGNO. Juan XXIII, habla en este punto de los derechos que tienen los seres humanos a la existencia, a la integridad física y a los medios que necesita un individuo para alcanzar un nivel de vida digno. A esto se refieren los artículos 3, 4 y 25(*).

DERECHOS REFERENTES A LOS VALORES MORALES Y CULTURALES. Se refiere a que todo ser humano tiene el derecho natural a ser respetado como persona, a la buena reputación, a la libertad para buscar la verdad, para defender sus ideas, para cultivar cualquier arte y para estar informado de todo lo que sucede, siempre dentro de los límites de lo que es moral y del bien común. También afirma que el ser humano tiene derecho a la enseñanza y desarrollarse profesionalmente, ocupado cada vez puestos de mayor jerarquía de acuerdo a los méritos alcanzados, a sus aptitudes y capacidades, las cuales deberán ser reconocidas. En la
DUDH, esto se plantea en los Artículos 19, 26 y 27(*).

DERECHO A HONRAR A DIOS. Tal y como se ha dicho, toda persona tiene el derecho a honrar a Dios, según lo dicte su recta conciencia y profesar su religión tanto pública como privadamente. En la DUDH, este derecho se manifiesta en el Art. 18(*).

DERECHO A LA ELECCION DEL PROPIO ESTADO. En la encíclica, este punto abarca varios aspectos. Por una parte se habla de la libertad que tiene una persona a elegir su propio estado, refiriéndose a estado civil, pero solo plantea dos opciones: formar una familia con paridad de derechos y de deberes entre hombres y mujeres o seguir la vocación sacerdotal o vida religiosa. Habla sobre la familia como núcleo primario y natural de la sociedad.
Por otro lado, el Papa Juan XXIII, expresa que las personas tienen derecho no solo a la libre iniciativa en el campo económico, sino al trabajo y a la retribución del mismo con criterios de justicia y equidad.
Adicionalmente en la DUDH existen otros artículos que de una u otra forma complementan este punto de la Encíclica ya que ponen en evidencia la dignidad de la persona humana, el respeto a sus necesidades y valores, así como la obligación que tienen los padres por velar que sus hijos tengan un mínimo de necesidades cubiertas que le permitan vivir dignamente

DERECHO DE ASOCIACIÓN. El Papa dice que de la intrínseca sociabilidad de los seres humanos, se desprende este derecho de reunión o asociación. Derecho a libertad para crear dentro de estas asociaciones, la estructura que se juzgue conveniente para alcanzar los objetivos deseados, con responsabilidad y libre movilidad dentro de ellas.

DERECHO DE EMIGRACION E INMIGRACIÓN. Todo hombre tiene derecho a la libertad de movimiento y residencia dentro de la Comunidad política de la que es ciudadano y también tiene derecho a emigrar y a establecerse en otras comunidades políticas cuando sea necesario

DERECHOS POLÍTICOS. Provienen de la dignidad de la persona. Uno de ellos consiste en tomar parte activa en la vida pública y contribuir a la consecución del bien común. Por otra parte, dentro de los derechos políticos que se mencionan en la encíclica, encontramos que el derecho fundamental de la persona humana es también la defensa jurídica de sus propios derechos: defensa eficaz, imparcial y regida por los principios objetivos de la justicia.

Con relación a los deberes a los cuales hace referencia la Encíclica, tenemos:
• INSEPARABLE CORRELACIÓN ENTRE DERECHOS Y DEBERES. Lo que implica que cada derecho tiene unido de forma inseparable un deber qué cumplir, por ejemplo el derecho de todo hombre a la existencia, está relacionado al deber de conservar la vida.
• RECIPROCIDAD DE DERECHOS Y DEBERES ENTRE PERSONAS DISTINTAS. Es el deber de respetar los derechos ajenos. En la sociedad humana, a un determinado derecho natural de cada hombre le corresponde el deber de reconocerlo y respetarlo.
• MUTUA COLABORACIÓN. El deber de colaborar con los demás. Explica que al ser los hombres de naturaleza sociable, deben convivir unos con otros de la mejor forma posible y procurar cada uno el bien de los demás.
• ACTITUD D RESPONSABILIDAD. El hombre debe actuar con responsabilidad. Dice que la dignidad del ser humano requiere que pueda actuar por libre iniciativa y libremente, lo que implica que al vivir en una sociedad debe respetar los derechos de los demás, cumplir sus obligaciones y luchar por el bien común por propia iniciativa y conciencia, con convencimiento y responsabilidad sin que exista coacción o movido por la presión de las mayorías.
• CONVIVENCIA EN LA VERDAD, LA JUSTICIA, EL AMOR, LA LIBERTAD. Dice que la convivencia de los seres humanos será fructífera y digna siempre que esté fundamentada en la verdad. Debe respetar los derechos de los ciudadanos y deben cumplirse las respectivas obligaciones que unidos por el amor, puedan sentir como propias las necesidades ajenas y hagan a los demás partícipes de los bienes propios. La convivencia debe realizarse en libertad, como una realidad espiritual donde se tengan presente los valores espirituales de cada uno.
• FUNDAMENTO OBJETIVO DEL ORDEN MORAL. Este fundamento es el verdadero Dos, personal y trascendente. Dice la encíclica que debe ser el guía para una convivencia ordenada y fecunda que se corresponda con la dignidad de las personas humanas.
• SIGNOS DE LOS TIEMPOS. Destaca Juan XXIII que existen tres signos importantes de la época moderna.

Estos son: el avance obtenido por la clase trabajadora al exigir cada vez más el ser tratado como personas en todos los sectores de la sociedad (libres y dignos),

El ingreso de la mujer en la vida pública, especialmente en los pueblos que profesan la fe cristiana, exigiendo ser considerada como persona y no como instrumento y exigiendo paridad en sus derechos y deberes con el hombre, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública. El tercer signo lo constituye

La familia humana cuya configuración social y política se ha transformado en los últimos tiempos. Todos los pueblos quieren ser libres y si ya no lo son, luchan por serlo. No quieren estar atados a doctrinas que los colocan en situación de inferioridad ni a razones políticas o raciales que los discriminan. Se dan cuenta de que todos los hombres son iguales y por esta razón exigen el respeto a sus derechos.

LA SEGUNDA PARTE (RELACIÓNES ENTRE LOS HOMBRES Y LOS PODERES PÚBLICOS), nos dice que no puede existir una convivencia ordenada sin que haya una autoridad. Ésta debe mandar según la razón, y está postulada por el orden moral y deriva de Dios. Esto no quiere decir que los hombres no tengan libertad de elegir las personas que gobernaran así como determinar las formas de gobierno y los métodos según los cuales se ha de ejercitar. En esta parte se desarrolla el tema actual de las relaciones políticas dentro de los estados. Se trata de buscar el bien común para todas las personas dando apertura a fórmulas democráticas de organización del estado, pero siempre dentro del orden moral querido por Dios.

TERCERA PARTE
La tercera parte, de importancia capital, aborda las relaciones internacionales. Postula clara y decididamente la necesidad de una autoridad política mundial, sobre la base de la igualdad entre los estados soberanos.
Sostiene con fundamento que las relaciones internacionales deben regirse por la verdad, la justicia, la libertad y el amor. En esta parte se abordan también algunas cuestiones de gran actualidad internacional: minorías étnicas, exiliados políticos, carrera de armamentos y desarme.
La posición de la encíclica −luego confirmada por el Concilio Vaticano II y actualizada por los papas de la primera mitad del siglo XX− es que la guerra ha dejado de ser un medio apto para resolver las violaciones del derecho en el ámbito internacional y de los conflictos que pueden surgir entre pueblos y naciones. Propugna asimismo un desarme simultáneo y arbitrado, con medidas de control mutuas y eficaces. Y por supuesto considera ilícito el uso del armamento atómico.

CUARTA PARTE
Esta parte trata con sentido positivo del ordenamiento de las relaciones internacionales, sobre la base del reconocimiento de la interdependencia real entre los pueblos, reiterando la exigencia de una autoridad mundial, mediante un acuerdo entre los estados en pie de igualdad, que funcione con arreglo al principio de subsidiaridad, el cual exige el respeto de la competencia propia de la autoridad de cada estado. En esta parte se hace una expresiva alusión a la ONU y a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

QUINTA PARTE
Trata de las normas que deben guiar la acción temporal de los católicos. Tiene un carácter marcadamente pastoral, de una apertura que preludia la actitud del Vaticano II, no sólo hacia los fieles de otras iglesias cristianas, sino también hacia todos los hombres de buena voluntad, colaborando en las acciones buenas o que puedan llevar al bien, con recto sentido de la moral natural. Indica la necesidad de distinguir entre el error y la persona que yerra, que no pierde en ningún caso su dignidad. Expone también una distinción lúcida, con experiencia de la historia, entre teorías filosóficas falsas sobre la naturaleza, origen y fin del hombre y las corrientes o movimientos de carácter económico, social, cultural o político inspirados en dichos idearios, que pueden evolucionar a lo largo de la historia. De esto puede deducirse que la postura de los católicos ante las ideologías puede ser distinta de la que adopten ante los movimientos que inicialmente se inspiran en ellas, pero que en el curso de la historia han ido modificando parcialmente sus posiciones.

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